“Una casa desde donde ver el mar todos los días”

“Mi madre solo quería ver el mar”, nos cuenta José María Soto, cliente de Urbincasa y cetrero de profesión. Bajo esta premisa decidió, junto a sus hermanos, buscar un hogar que se adaptara a las nuevas necesidades de su madre: un sitio donde pudiera vivir cómoda, tranquila  y ver el mar desde su terraza. Ese lugar está en Residencial Los Flamencos.

 

 “Nada más ver el piso en Residencial Los Flamencos supe que era la vivienda perfecta para ella”, afirma José María. Hasta entonces su madre vivía sola en un chalet en Cabo de Palos, la casa familiar de toda la vida. Una vivienda enorme que, con el tiempo, sobre todo para una persona mayor, su mantenimiento se hacía cada vez más cuesta arriba.

 

José María es un gran amante de la naturaleza, en especial de las aves rapaces. Halcones, águilas, azores… son sus animales de compañía.

Fue así como José María y sus hermanos, a petición de la madre,  decidieron vender el chalet y buscar una casa más pequeña para ella. “ Mi madre lo tenía claro,  quería seguir viviendo junto al mar, así que me puse a buscar en la zona viviendas que pudieran encajar con sus deseos y  estilo de vida.

Enseguida vi que el piso de Los Flamencos reunía todas las condiciones perfectas para ella: una casa nueva, con una promotora de confianza detrás, cómoda, luminosa… ¡Y con vistas al mar! ¡A mi madre le encanta reunirnos a todos y pasar tiempo en la terraza!”,  relata. 

 

Residencial Los Flamencos tiene un acceso cómodo a la playa y su paseo, donde es habitual ver a lo largo de todo el año personas practicando deporte o paseando junto a sus mascotas.

 

Pero además de las vistas, las zonas comunes de Los Flamencos y la proximidad de la playa  suponen un gran aliciente para la madre de  José María, que puede pasear tranquilamente en compañía de su mascota y disfrutar del aire libre y del mar que tanto ama.

Pasión por la naturaleza y las aves

José María, con quien hemos tenido el placer de charlar largo y tendido,  recuerda con cariño el espacio natural de Las Salinas de Marchamalo y los años de su infancia explorando aquel paraje donde, quizá, empezó su “relación de amor” con la naturaleza y las aves.

 

Durante décadas las enormes balsas de las salinas, donde hoy reposan elegantes flamencos, han sido una fuente de producción de sal. En la actualidad este espacio ha cobrado un gran valor ambiental y cultural. Aves como los flamencos, las gaviotas de Audouin o la cigüeñuela tienen en las salinas un refugio seguro, reposando largas temporadas en sus densas aguas, donde también habita el fartet, un pez endémico de la península ibérica.

 

Y es que José María es un gran apasionado de la cetrería. Una afición alimentada con avidez gracias a los programas de Félix Rodríguez de la Fuente , que veía siendo un niño, y a su curiosidad innata por la naturaleza y la fauna. Dos pasiones que han terminado convirtiéndose en su profesión y también en un hobby durante los fines de semana que comparte con sus hijos, a quienes ha inculcado, desde muy pequeños, el respeto por la naturaleza y los animales.

 

Residencial Los Flamencos cuenta con un mirador de aves, un punto estratégico donde se puede observar hasta un centenar de aves identificadas durante todo el año.

 

Halcones, águilas y azores…

La “oficina” de José María está habitada por halcones, águilas de Harry, azores… a los que mima, alimenta y entrena con esmero. Un trabajo que exige dedicación completa todos los días del año.

 

La cetrería, un arte milenario en el dominio de las aves rapaces para cazar animales salvajes en su medio natural, ha sido distinguida como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la Unesco. El naturalista Félix Rodríguez de la Fuente fue su impulsor en España.

 

Por un lado, ofrece servicio de rapaces para el control de fauna en campos de golf, aeropuertos, vertederos, ciudades, naves industriales… Además, también cría aves en cautividad, especialmente halcones, que exporta a Oriente Medio. “Los países árabes, donde el arte de la cetrería para la caza se ha mantenido vivo durante milenios,  están demandando ahora una mezcla entre el halcón peregrino y gerifalte, una hibridación perfecta para las carreras de velocidad, a las que son muy aficionados”, comenta este criador de rapaces.

José María cría de aves de presa en cautividad para su exportación a Oriente Medio, donde el arte milenario de la cetrería permanece vivo y las aves disfrutan de gran admiración.

 

Pero es junto a sus hijos, durante los fines de semana, cuando José María puede experimentar de verdad el placer de volar a sus aves Jafar, Curiosa y Coco en plena naturaleza.

 

 

 

Los hijos de José María aprendieron desde muy pequeños el noble arte de la cetrería. Hoy incluso compiten con sus rapaces en concursos nacionales con grandes éxitos.

En el arte de la cetrería, declarado Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO,  podemos distinguir dos modalidades:  “la altanería”, practicada generalmente en España con halcones; las aves vuelan por encima del cetrero, a veces incluso a 200 metros de altura, siguiendo en todo momento sus pasos. Y la otra modalidad, predominante en los países árabes,  se conoce como “bajo vuelo”, donde el ave (principalmente azores y águilas) se apoya en el brazo de su cuidador.

 


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