¡Hola! Soy José Vicente, gestor de promoción en Urbincasa. Actualmente estoy trabajando en la oficina de ventas de Finestrat-Benidorm, en nuestro Seascape Resort. Desde aquí tengo el placer de disfrutar de un entorno natural alucinante que me gustaría compartir contigo. ¿Te apetece conocerlo?

Cada mañana, cuando voy en coche al trabajo, tras pasar por el centro comercial La Marina (Finestrat-Benidorm), se dibujan en el horizonte dos bellas montañas que me acompañan durante todo el trayecto: Sierra Cortina (522 metros de altura) y el Puig Campana (1.406 m), siendo ésta la segunda cima más alta de la provincia de Alicante.
En mi mente se ha quedado grabada para siempre la silueta de Sierra Cortina dividida en dos mitades por un sendero vertical que asciende hasta la cima. Creo que desde siempre me he sentido atraído por esta imagen (mi compañera de trabajo Roma puede dar buena fe de ello), así que pronto comencé a alimentar mi imaginación con un sinfín de preguntas:
¿Adónde llevaría aquel empinado recorrido? ¿Qué podría ver desde allí arriba? ¿Qué secretos me aguardarían en la cima? He de reconocer que la curiosidad de explorar la montaña dominaba cada vez más mis pensamientos. ¡Estaba decidido a subir a la cima!
Rumbo a la aventura
¡Dicho y hecho! Un día que tenía descanso en el trabajo me levanté a las cinco y media de la mañana, desayuné, me puse ropa deportiva y desde El Campello, pueblo del que soy natal y en el que resido, puse rumbo hacia el comienzo del ascenso a Sierra Cortina por la carretera que sube a Finestrat (CV-767 Km 1-2).
A las siete, ya estaba en la base del ascenso (situado muy cerca del piso piloto de Seascape Resort), listo para empezar la ruta por aquel sendero tan pronunciado. No había amanecido todavía cuando comencé la ruta. No sé cómo explicarlo pero fue como si mi cerebro me dijera automáticamente qué tenía que hacer. Desde el primer momento sentí una conexión con la montaña, pues parecía guiarme en cada paso que daba. “Gírate y disfruta de las vistas que tengo para ti” – me susurraba aquella montaña mágica. Por supuesto, aproveché cada parada para disfrutar del momento y tomar algunas fotografías de recuerdo.

Las vistas, el mejor regalo
Ni qué decir que las vistas desde aquí son espectaculares. Contemplar el skyline de Benidorm y el mar bajo un cielo púrpura recibiendo los primeros rayos de sol de la mañana es un regalo imposible de olvidar. Sin duda, una de las instantáneas más bellas que he visto jamás y que recomiendo a todo el mundo.
Seguía ascendiendo poco a poco mientras el amanecer continuaba su ritmo, acariciando con su luz la montaña. En un tramo dominado por un montón de piedras calizas intenté mantener el equilibrio para no resbalar. Mis piernas comenzaron a notar la verticalidad del sendero. Para que la caminata no se hagan dura, nada mejor que tomárselo con calma, parar a descansar de vez en cuando y disfrutar de la naturaleza y la fauna. Puede que incluso tengas la suerte de ver alguna especie animal en su rutina diaria (yo me tropecé con unos conejos en pleno festín), y es que en este paraje natural habitan, entre otros animales, zorros, búhos, águilas perdiceras…
Conquistando la cima
Tras varias paradas para disfrutar de las vistas y tomar fotos, por fin llegué a la cima. Me dio la bienvenida una cruz adornada con banderas tibetanas y algunos mantras; y al fondo, la bahía de Benidorm, Altea y Villajoyosa bañadas por un océano infinito. ¡Qué maravilla de vistas! Al darme la vuelta, me encontré de frente con el imponente pico del Puig Campana y a sus pies, el pueblecito de Finestrat rodeado de bosques.
Desde aquella posición privilegiada me sentí como un gigante que contempla sus dominios; allí estaba un «diminuto» parque de atracciones Terra Natura, que desde la cima parecía casi de juguete. Estuve un buen rato sentado en el suelo, contemplando las vistas y disfrutando de la naturaleza y del silencio, interrumpido únicamente por el soplo momentáneo de la brisa y el sonido de algún pajarillo. Respirar aquel aire puro a mar y montaña me recargó las pilas.

En la cima hay un buen trecho para explorar. Inspeccionando la zona me tropecé con algunas plantas que parecían haber sido arrancadas recientemente. Un manojo de raíces mordisqueadas y la tierra escarbada me hizo pensar que tal vez habría pasado por aquí (un poco antes que yo) un grupo de jabalíes en busca de su desayuno.
Finalmente, sobre las 13.30, di por concluida mi cita de aquel día con Sierra Cortina y comencé a descender por el sendero. A pesar del tramo de rocas resbaladizas que tocaba sortear de nuevo a la bajada, creo que se trata de un recorrido asequible y sin grandes desniveles. Además, la recompensa que nos aguarda en la cima es increíble: no hay vistas más espectaculares de la Sierra de Bernia, Serra Gelada, el Puig Campana y el skyline de Benidorm. Una estrecha relación entre el mar y la montaña que convierten a este enclave del Mediterráneo en un lugar privilegiado para vivir. La próxima ruta será al Puig Campana. ¿Quién se anima?